07 noviembre 2011

El cine nicoleño

Calidad y diversidad

(Por Cecilia Areán) El cine nicoleño está pasando un buen momento. Las producciones comenzaron en la década del setenta y no pararon, salvo en los noventa con el neoliberalismo menemista que destruyó lo nacional. En éstas se destaca la diversidad de géneros, pero con la particularidad que se realizan con mucho esfuerzo y autogestión. En 2011 se estrenó El Lapidario, de Marisa Sansalone, que ya obtuvo varios premios. Sin embargo, para el estado municipal pasa desapercibida.

Entre los primeros registros, se encuentra el de Juan José Luciano con Matar a un Niño, un cortometraje. Luego de unos añosm se conformó la organización Aleph, compuesta por Ricardo Morteo, Mirta Valentini, Fernando Di Rocco y Rodolfo Fernández Viña. La asociación en su primera producción llevó a cabo el primer largometraje de la ciudad, La Trampa. La misma ganó el premio a la mejor película en el Festival de Alto Valle de Chipoletti. Otras producciones fueron: El Hombre del Primer Piso, Felisa Felisa, La Constante Caos y, la última de Aleph, A la deriva, que quedó inconclusa porque mandaron a revelar los rollos a España pero debido a la Guerra de Malvinas, nunca volvió.
Los desafíos en Argentina y en Latinoamérica, en cuanto a la identidad cultural, son estructurales. La formación y construcción de ideas están todo el tiempo en puja con la industria cultural globalizada que intenta, con audacia superficial, oprimir a la creación nativa. La historia nacional reciente indica que el neoliberalismo convenció, interesadamente, que lo producido en el país es de mala calidad. El cine no escapa a las reglas del mercado.
Sin embargo, un joven inexperto de San Nicolás encontró la manera de comenzar su carrera en el cine en plena época menemista. Se trata de Lucas Giuggia, un chico que en 1996, con sólo 20 años, realizó Después del Sol, su primera producción. “Yo tuve una utopía cuando empecé con esto, quería generar ficción desde acá. Eso se ha cumplido en parte. Empecé a los 19 años y la hicimos en VHS. Era muy chico, estaba estudiando en Buenos Aires, lo hicimos con lo que teníamos. Hubo una respuesta favorable del público, llenamos el teatro y empecé a pensar más en este sueño mío de hacer ficción acá, porque no quería estar en la capital. Aparte porque estaría bueno que se descentralice un poco. Acá se cuenta distinto, hay otras ideas, se trabaja de otra manera”, relató Lucas Giuggia, propietario de Good Times Producciones.
Luego llegó La Prueba, con la que ganó el Martín Fierro del Interior (el primero para la ciudad) a la Mejor Miniserie en 2005. También obtuvo un premio en el Festival de Saladillo y por Mejores Efectos Especiales en el Festival Rojo Sangre. Luego, realizó Una Rosa sobre el Piano, el Licenciado en Producción y Dirección Radial y Televisiva comentó: “Fue un éxito de público, se llenaron cuatro teatros, dos auditorios, se
recorrieron distintos pueblos, a la gente le gustó. Hasta el día de hoy quieren comprarla para tenerla de recuerdo. Es una de esas historias que prendió bien. A mí también me gustó”, ... y, agregó que faltaba dar un paso más que era superar los avatares técnicos que con El Lapidario, se superaron.
En 2010 se agruparon algunos directores y distintos artistas, y formaron así la asociación Juguetes Perdidos. El germen de la misma fue el proyecto de un documental sobre la vida de César Bustos, fotógrafo, pintor y poeta nicoleño. Sebastián Tambutto uno de los fundadores explicó: “Tenemos una política como grupo que es revalorizar el pasado. Hay varios proyectos”.
En 2011 llegó El Lapidario, ópera prima de Marisa Sansalone. La misma es un drama con toques de humor negro. Se estrenó el 4 de agosto, y ya fue premiada en el 8º Festival de Cine con Vecinos de Saladillo a la Mejor Película, y en el 7º Festival Cine Inusual de Buenos Aires por el guión. Marisa es abogada y si bien se anotó para estudiar cine en la Universidad de La Plata, nunca empezó por miedo a no poder vivir del mismo, pero hoy representa un viaje de ida.
“Estuvimos haciendo todo nosotros con muy poco dinero. Si bien conseguimos ayuda económica de la UOM San Nicolás y de José Luciano, es un proyecto amateur”, estableció Sansalone. Este drama que llenó un teatro, en diciembre se va a volver a reproducir, esperando que el público acompañe. Al respecto, Lucas Giuggia, que también codirigió esta pieza, manifestó: “Fuimos alabados por la crítica en otros lados. Esta película es algo más elevado y pensamos que no iba a convencer a todo el público, pero lo hicimos”. También Tambutto, propietario de un cine club de la ciudad, resaltó que es una comedia negra con una visión muy particular que refleja el humor que tiene Marisa.
¿El municipio dónde está?
En 2009 se sancionó la Ley de Servicio de Comunicación Audiovisual que tiene un carácter pluralista y permite el advenimiento de nuevas voces. También la realidad indica que en materia de comunicación, hay una hegemonía metropolitana. Además de que en el cine nicoleño todos hacen de todo (índice del sacrificio con que se produce), el municipio no trabaja en conjunto apostando a un real crecimiento de la producción local. La cultura es educación y ésta una política de estado. Mientras no se enseñe y se revalorice lo local, será muy difícil resistir al comercio verticalista de Buenos Aires. Sin embargo, el hecho de que no sea un cine profesional no es proporcional a la calidad. Las ideas y la creatividad son superiores a lo monetario.
“Creo que a nivel cultural la ciudad está bastante dormida, pero no por la gente. Falta una política de cultura fuerte como debería, teniendo en cuenta la cantidad de artistas. No hay un interés de fomentar estas cosas. Esperemos que se modifique”, sentenció Sansalone. Por otro lado, con conocimiento por haber vivido allí, Giuggia destacó: “En Buenos Aires se maneja toda la ficción del país. Entonces creo que lo que falta acá es una política de apoyo. Que si estás en San Nicolás y ven que te autogestionás, y ven que tus cosas están creciendo, debería haber una política que te ayude a conseguir dinero del Incaa (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales). En la Televisión Pública se podrían pasar las producciones de acá”.
Para los próximos años, los deseos para estos tres productores son los mismos: poder vivir de sus productos y, así terminar con el romántico mito de la vida de un artista, tener respaldo estatal, y transmitir una idea para que el público la disfrute. El consumo cultural sirve para pensar y no es mera reproducción.