07 noviembre 2011

Ataques de pánico

Una enfermedad común
en materia de ansiedad

(Por Elcar Grieco) La ansiedad es una situación que para muchos tiene un significado sumamente cotidiano. Rendir un examen, comenzar una relación afectiva, competir deportivamente o comenzar a trabajar en un nuevo lugar, pueden ser algunas de las tantísimas experiencias de la vida que llevan a las personas a sentirse en un estado de ansiedad. Pero cuando esa sensación llega a su extremo, de forma excesiva, se trata de una enfermedad que puede llegar a quebrar y cambiar drásticamente la vida de la persona que la padece.
Los trastornos de ansiedad afectan a la conducta, los pensamientos y los sentimientos de las personas. Son enfermedades muy comunes ya que la sociedad, en estos últimos tiempos, ha dejado de lado el tabú en torno a las problemáticas psicológicas. Por tal motivo, las estadísticas revelan que el 14,6 por ciento de las personas son afectadas por algún problema de ansiedad en sus vidas. Uno de los trastornos más comunes es el denominado trastorno de pánico, que se calcula que afecta a una de cada treinta personas: alrededor de un millón en Argentina.

“El ataque de pánico se presenta en forma repentina con un miedo intenso, sin causa aparente, y dura unos pocos minutos (entre 15 y 20). Estas situaciones son consideradas una de las más penosas que pueda experimentar una persona”, cuenta Celia Allione, psicóloga especialista en fobias que coordina el grupo de autoayuda Soltar Amarras. “Las crisis tienden a repetirse una y otra vez, y la persona que las sufre deja de ser el que era antes, porque no puede descansar, se vuelve asustadizo y pierde su seguridad”, agrega.
El trastorno de pánico afecta mayoritariamente a personas de entre 20 y 40 años de edad, y tres de cada cuatro afectados son mujeres. “La causa por la que afecta mayoritariamente a las mujeres podría deberse a una mayor vulnerabilidad genética o a las fluctuaciones hormonales que se dan a lo largo del ciclo menstrual, las cuales producen síntomas, sobre todo en la etapa premenstrual”, sostiene Allione, quien además revela que los hombres son más reacios a reconocer que padecen ataques de pánico por el simple hecho de ser considerados como “poco hombres o como débiles”. “De todas formas se sabe que poseen una base biológica y genética que hace que sean más resistentes a este tipo de situaciones”, añade.
“El trastorno de pánico es un problema neurobiológico que puede traer severas consecuencias psicológicas si no se lo trata a tiempo”, asegura la psicóloga Evangelina Riveira. “En muchos de los casos en relación a este trastorno se ha comprobado que la causa del mismo devine de una fuerte tendencia familiar, donde influyen tanto factores genético-hereditarios como de aprendizaje y crianza”, comenta, y agrega que “el estrés acumulado en los meses anteriores a un primer ataque también puede llegar a ser un desencadenante importante”, que –según Riveira- puede ser ocasionado por situaciones como un casamiento, divorcio, nacimientos de hijos, muerte de algún ser querido, dificultades económicas, entre otras.
Entre el 80 y el 90 por ciento de las personas afectadas por los ataques de pánico también suelen sufrir Agorafobia. “Esta situación se presenta cuando el individuo se aleja rotundamente del lugar en donde sufrió su primer ataque. El agorafóbico tiende a no alejarse de aquellos lugares que considera seguros, como por ejemplo su hogar. Si se aleja, es probable que necesite de la compañía de alguien que considere protector”, cuenta Riveira, quien además afirma que “estas personas sienten miedo a estar solos, desamparados, sin escape e imposibilitados de recibir ayuda en caso de tener una crisis de pánico”.
Hoy en día existe un mayor conocimiento acerca del pánico en toda la sociedad, ya que –según Allione- “hay mayor conciencia pública y profesional acerca de ésta enfermedad”. “Las condiciones actuales de vida crean situaciones más desfavorables en relación con décadas pasadas y actúan como desencadenantes de esta enfermedad. Las presiones socioeconómicas se han incrementado y ciertos factores como la inseguridad, la incertidumbre laboral, la violencia urbana, son algunos ejemplos de las exigencias cotidianas a las que hoy se ven sometidas las personas”, sostiene Allione en relación a la notoriedad de la enfermedad en mayor cantidad de personas, reflejada mayormente en los últimos años.
Los trastornos de pánico, así como el resto de los trastornos relacionados a la ansiedad, son tratados diariamente y es posible lograr una recuperación definitiva, aunque existe un alto riesgo de recaída si se abandona el tratamiento antes de lo considerado por el profesional a cargo. “Es muy común utilizar técnicas de psicoeducación, más la farmacoterapia específica y la psicoterapia orientada a la modificación de los pensamientos catastróficos. Además se hace mucho hincapié en técnicas de relajación y cambios de conductas. Pero un factor muy importante en la recuperación del paciente pasa por la psicoeducación familiar, ya que el sostén de los seres más queridos es indispensable es este tipo de situaciones, por lo que cuando no recibimos mucho apoyo del entrono familiar solemos recurrir a los grupos de autoayuda, que también generan avances muy significativos”, concluye Allione.