31 octubre 2011

Tráfico de fauna

La crueldad del
animal humano



(Por Ailén Echaguibel, Dana Leiva y Florencia Pauletti) Un estudio realizado en 2009 por investigadores de la Facultad de Ciencias Veterinarias de Rosario relevó que el tráfico de fauna se ubica en el tercer puesto a nivel mundial. detrás del mercado de drogas y armas. Florencia David, Licenciada en Biología y participante de la Cátedra de Medicina veterinaria de Manejo y Conservación de Fauna Silvestre de la Facultad de Ciencias Veterinarias, comentó que las especies que se trafican en la zona son las tortugas, iguanas, boas chicas, jilgueros dorados, zorrinos, zorro gris, pumas, liebres criollas y vizcachas. Además se suman a esta lista los cardenales, monos carayá, yacaré overo, tatú carreta y loros habladores.

La ilegalidad sobrepasa la compra-venta de animales vivos. De hecho, según un informe realizado por Beatriz Argentina Vázquez, auxiliar superior de la Policía Federal, división docencia de Delitos Ambientales, se incluyen en el comercio el tráfico de animales muertos (con el cuerpo entero para anticuarios, museos o instrumentos musicales, el resto del cuerpo para artesanías, la carne para alimentación, las plumas para ornamentación), animales embalsamados (para trofeos o curiosidades regionales, a veces en anticuarios o ferias artesanales, para adorno u objetos musicales), cueros y pieles (para vestimenta o adornos en prendas de vestir, como ser zorros, boas, lagartos, yacarés, felinos en general), invertebrados muertos (para colecciones de mariposas, escarabajos y otros insectos de colección).
El tráfico de fauna se extiende hasta en objetos cotidianos. En la terminal de la ciudad de Santa Fe un termo “enfundado” en un caparazón de peludo, se vende a 50 pesos. La ilegalidad se dilata y amplía para ser utilizada al máximo.
Sólo ingresan en el rango de animales domésticos los perros, gatos y animales de granja. El resto se introduce en el rubro de animales silvestres o exóticos, incapaces de ser criados en un hogar. Sin embargo, pareciera que en la actualidad la línea divisoria entre animal doméstico y silvestre, es muy delgada y homogénea. “Estoy al tanto de que es ilegal la tenencia de tortugas terrestres, pero no siento nada malo ante eso, porque las tengo muy bien, son muy independientes, no les tengo que dar de comer, se autoabastecen. Se manejan solas. Tienen un jardín muy grande para vivir. Si yo no las hubiera recibido, la mayoría de las tortugas vivirían en un departamento”, justificó Cecilia Caterina.
En diversos pet shop del centro de la ciudad de Rosario, se pueden adquirir iguanas de El Salvador, tortugas acuáticas provenientes de Estados Unidos, víboras phytones y arañas. Si bien estos comercios cuentan con habilitación correspondiente y otorgan al comprador un certificado de origen, documento que expresa que se adquirió la especie de manera legal, lo cierto es que se tratan de animales que lejos de pertenecer al área doméstica, son comprados y criados como tales. Las consecuencias de este mal uso por parte de sus dueños pueden acarrear severas consecuencias, tanto para el animal como para su protector. Al tratarse de especies que naturalmente pertenecen a otro tipo de clima y tierra, muchas de ellas, como las iguanas, por ejemplo, necesitan de un ambiente cálido para vivir en buenas condiciones. “Muchas veces la gente las expone a más luz de la que necesitan y ello genera quemaduras en la piel”, explicó David.
Además, la bióloga comentó que este tipo de animales requieren una alimentación que debe variar continuamente, cuestión que en ocasiones se desconoce y les provoca padecimientos nutricionales. Como contraparte, las personas pueden contraer enfermedades de diversa índole, según la especie que posean en su hogar. En este sentido, se vuelven vulnerables a contraer toxoplasmosis, influenza, herpes, neumonía, leptospirosis, salmonelosis, lepra, tuberculosis y rabia, entre otras.
El pet shop “Genesis”, ubicado en la zona céntrica de la ciudad de Rosario, tiene iguanas, tortugas de agua y phytones en plena exhibición y a la espera de ser comprados por precios que oscilan entre los 180 y 320 pesos las tortugas y 290 pesos las iguanas. Es visible que los animales suelen asustarse cuando se acerca un posible dueño.
“Comercializar estas especies es claramente ilegal, por lo que en la mayoría de los casos, el comercio fuera de ley se realiza 'en la trastienda', esto es, en forrajerías, viveros, ferreterías y hasta en garajes de casas particulares”, manifestó Cecilia Flores, médica veterinaria. Siguiendo esta línea, y a modo de ejemplo se pudo corroborar que en la forrajería El Alamo ubicada en la intersección de las calles Provincias Unidas y Perú y en el negocio Bruno de Provincias Unidas al 400 bis, se ofrecen a la venta loros habladores y pájaros cantores, todos exhibidos en pequeñas jaulas. También existe la venta ambulante.
“Compré un loro hace un año aproximadamente a un vendedor ambulante que pasó por mi casa en French 5203. Tenía cerca de 30 aves en una caja de cartón con dos pequeñas perforaciones en sus lados, no me dio mayores recomendaciones. El señor, robusto y de lentes oscuros ,sólo me dijo que con agua y alpiste estaría bien. Me costó 35 pesos. Todas las mañanas lo sacaba al jardín para que tomara aire y luz. Un día, cuando lo fui a ver, me dí cuenta que estaba muerto, pues no sabía que no tenía que dejarlo reposar mucho tiempo a la radiación del día”, relató Priscila Barrios.
¿Intentando controlar?
Las fuerzas de seguridad encargadas de velar por la protección de animales y evitar el comercio ilegal y la caza irregular de fauna, son: guardia rural, policía provincial y gendarmería nacional. En relación a este último ente, si se accede al sitio web (www.medioambiente.gov.ar) se podrá leer que Argentina “es también un gran explotador de vida silvestre, tanto en especies vivas como en subproductos. La magnitud del comercio ilegal y la abundancia de las operaciones ilícitas, nos posicionaron entre los cuatro países con mayores problemas de tráfico ilegal de fauna en 1989, situación que hoy afortunadamente fue revertida”.
Miguel Falcón, comandante primero del cuerpo de Gendarmería Nacional, unidad Regional II de Rosario, explicó que trabajan con flora y fauna, dos organismos distintos. Además, explicó: “Por ley trabajamos con policía auxiliar de muchas de las delegaciones de parques provinciales que tiene cada provincia. Cada policía tiene una policía ecológica”. El comandante agregó que si se trata de caza, hay infracción y delito a la vez; es decir, infracción por el animal cazado y delito por las armas que generalmente llevan y no están declaradas. Por otra parte, consideró que existen personas que cazan el animal para después venderlo. En ese caso se secuestra, se hace la inspección y se le da intervención al organismo competente. Los animales rescatados se devuelven a su hábitat natural. “En ocasiones los entregamos al organismo competente y ellos los meten en zoológicos para atenderlos si están lastimados y los devuelven a su lugar de origen”, explicó Falcón.
Es importante considerar que existen algunos animales que, para evitar su depredación y la de su hábitat, se crían en cautiverio para preservar la especie. Los negocios deben contar con todos con papeles correspondientes de habilitación. En este sentido, sólo pueden comercializarse los animales que provienen de criaderos autorizados.
Cabe aclarar que entre el año 2010 y lo que va del 2011, en relación al actuar de Gendarmería Nacional, se registraron tan sólo diez procedimientos en todo el país vinculados con el tráfico de fauna. Tal información puede ser consultada en la web e ingresando a http://www.gendarmeria.gov.ar/prensa/archivo .
La acción ilícita responde a una cadena de miembros que participan. El productor primario o cazador de un ave cantora, por ejemplo, cobra de diez a 12 pesos por unidad. En el segundo escalón, el dueño del negocio lo compra a un monto que oscila entre los 40 y 80 pesos, para finalmente llegar al consumidor a un precio que puede llegar a los 200 pesos. El dinero que circula es de un monto tal que difícilmente se pueda extinguir lo ilegal del negocio. Este acto de compra-venta animal adquiere una magnitud tal que resulta prácticamente imposible desmantelarlo.