03 octubre 2011

Revalorizar la identidad

Baietz resiste a la
opresión cultural
Jóvenes cordobeses dijeron que sí a la música, como excusa,
para enfrentar al monopolio comercial de la expresión

(Por Cecilia Areán) La identidad se construye frente a otras. Las condiciones históricas y temporales la delimitan. La globalización, actual etapa del capitalismo, representa el mundo como un todo, como un sistema único, en el cual hay una cultura dominante. Una tarde en Córdoba, jóvenes profesores de música decidieron ocupar espacios vedados. La música fue la excusa para revalorizar la cultura vasca y resistir al monopolio netamente mercantil. La pulsión generalizada los hizo salir del agujero interior y dijeron sí se puede. Así nació el grupo vasco-argentino Baietz (Que Sí).

 En 2009, los incentivaron sólo las ganas y la idea de hacerlo con amigos. Al principio, se juntaron por un lado Gaspar Jaurena y Agustín Alonso, por el otro, Noé Fernández y Fernando Zabalza. Luego se sumó Franco Seghesso. Necesariamente comenzaron un proceso de investigación. A Fernando le llamó la atención la Txalaparta (instrumento de percusión que se ejecuta de a dos o más personas) y fue descubriendo cómo hacer música. Por iniciativa personal comenzó a construir Albokas, elemento compuesto por dos cuernos, un puente de madera que los une y unas cañas que hacen posible el sonido. Noé realizó la propuesta artística sobre melodías tradicionales y así empezaron con un espíritu libre y festivo un ambicioso proyecto, la autonomía cultural.
 En la modernidad, la alteridad cultural lleva a nociones de opresión, de silencio y de intransigencia. “Hay una búsqueda permanente de posicionarnos artísticamente desde este lugar del mundo con la tradición vasca. La mera copia no nos interesó, apostamos a una originalidad sin abandonar ninguna de las raíces que uno tiene”, estableció Noé Fernández. Y, amplió: “La particularidad se refleja en los sonidos que escuchamos y somos partes. Hemos reconocido la significación criolla y la de los pueblos originarios. Somos todos argentinos que hacemos música con instrumentos vascos”.
 Expresarse es otorgar significados, aspiraciones y designaciones. Es la sobrecarga de calificativos y emociones. Los procesos de producción y reproducción no son azarosos y no están sometidos a lo meramente individual. “Nosotros hacemos la música del ámbito rural. Aunque el Txistu (flauta de tres agujeros) ha tenido popularidad en el ámbito campesino y en la ciudad”, enfatizó Gaspar Jaurena. “En Córdoba, solo somos nosotros los que llevamos a cabo esto. No obstante, en Argentina no somos el único grupo que hace este tipo de canto, pero sí con instrumento tradicionales, melodías integras de la Euskera (lengua de los vacos)”, manifestó el profesor.
 La composición de Baietz da cuenta de la firmeza de un universo reflexivo sobre el tiempo, sobre el interior y la cotidianeidad vasca. El aura es bella, teñida de una melancolía que traslada a lo más profundo de la identidad nativa. Aquella que contiene figuras y objetos de lucha, y los estallidos de una reivindicación constante. El grupo se fortalece con las diferencias, con los contrastes, con esto construyen su unidad. “Tomamos como referencia todo lo que sean obras de cancioneros tradicional, de obras populares del folklore, llamado en esa época. También hicimos canciones propias, la timbre de los instrumentos nos permiten jugar de una manera distinta. Siempre sorprendemos”, dijo Noé.
 Es parte de la cultura la producción material. Es trascender, es compartir. Es la existencia de lo que alguna vez pasó desapercibido, y hoy que se transforma en algo conciente, vivo. La simbología colectiva de Baietz tendrá explicación en un primer disco que saldrá en una semana. Este es la consolidación de lo que una maravillosa tarde comenzó con un destino lejano. Al respecto el músico cordobés define que es el cierre de una etapa de contacto con esta tradición y con otras. Es la cristalización de un trabajo y de una posición de identidad, de cuestionamiento político ante como está planteada la realidad.
 Para generar identificación cultural se necesita de prácticas sociales, es decir, de una estructura que acepte el juego de las interacciones. El proyecto de Baietz no es ser los únicos sino que haya muchos más. Es por ello que apuestan a los talleres de enseñanza para seguir vivos. Toman esta modalidad como una labor social, transmitiendo conocimiento, indagando y cuestionando. En lo latente de la distancia está el intento de reunirse con el país del euskera, de trabajar juntos para el bien común. Por la independencia soñada. Baietz también es resistir.