24 octubre 2011

El Duende de la ciudad

Milonga, amor y arte,
en una sola persona
Un artista emblemático de Rosario que llenó al baile con su
magia y fue reconocido como tal por el Concejo Municipal

(Por Jazmín Levi) Rodolfo Ruiz Díaz, más conocido como el Duende, brindó una charla íntima a la Revista de Tea, donde contó desde sus comienzos hasta el momento en que conoció el amor. Un personaje de la ciudad que lleva más de 50 años en el ambiente del tango. Bailarín y profesor, cantante y pintor, un hombre que ofrece a su público todo lo que puede dar y que hace poco tiempo fue reconocido por el Concejo municipal de Rosario como artista ilustre. Ese milonguero que se hizo en la calle y aprendió a mover su cuerpo al ritmo del 2x4 sólo por pasión regaló un diálogo que revela qué hay detrás de ese duende, sus sentimientos y anécdotas.

- ¿Por qué Duende?
- Es simple, casi siempre los artistas se ponen un nombre adecuado y pegador, como dicen, para que todos lo recuerden. En este caso, cada vez que me bajaba del escenario una amiga me decía: “No sabía que los duendes bailaban”, y una vez lo pusieron en un afiche y así quedó. Además me gusta y me identifico con ese apelativo. Ya como que se hizo carne en mí, me gusta que me digan Duende.
- ¿Cómo comenzó tu carrera como bailarín?
- Mi historia tiene mucho que ver con la historia de todos los milongueros. Por ahí fue de repente porque no soy un bailarín de academia. Nací en las milongas, fue en mi viejo barrio, La República de la Sexta. Yo vivía en la zona de la Siberia y se hacía una milonga en la calle, en Esmeralda e Ituzaingo había un club que se llamaba Club Atlético y Sportivo Cualquier Cosa. En ese lugar que contaba con una de las pocas calles asfaltadas de ese momento, hacían para la semana de la Sexta una especie de evento donde se realizaban competiciones de embolsados y todo ese tipo de cosas que se estilaban antes. Estas fiestas terminaban a la noche con una milonga que se llevaba a cabo durante toda la semana. Cuando yo tenía nueve años vi ahí bailar una pareja que vestía de negro y me quedé copadísimo con eso, y a esa edad ya quería ser bailarín de tango. No sabía ni lo que era pero yo quería bailar tango. Recuerdo que cuando dije en mi casa que quería bailar tango se reían todos. Desgraciadamente, cuando hago mi adolescencia, el tango ya estaba pasando a cuarteles de invierno y empezaba a entrar la música foránea. Ya era la época del Club del Clan, entonces como que yo iba en contramano. Era la época del hippismo también y para aprender a bailar tenía que buscar lugares perdidos para poder ver a alguien hacerlo y aprender. Así fue pasando el tiempo hasta que tuve mi primera actuación con carácter de exhibición, un club. Tenía 15 años para aquel entonces.
- ¿Tuviste algún profesor que te ayudó a dar los primeros pasos?
- No. Si hubiese tenido hubiera sido más fácil. Solamente te puedo asegurar que en esa época había un programa que se llamaba Grandes valores del tango que lo conducía Carlos Torri y yo me clavaba dos horas delante del televisor, todos los sábados, a ver si aparecía algún bailarín. A veces pasaban muchos sábados para poder enganchar a un bailarín que actuaba un ratito y de ahí sacaba algo. También iba a esos piringundines que todavía se bailaba y absorbía algo de ahí. Nos juntábamos con un amigo los sábados a la tarde a practicar y nos matábamos a patadas, porque no pegábamos una, tratábamos de sacar pasos e improvisar cosas.
- Tu actual pareja también es bailarina de tango. ¿En qué factor influye el tango para elegir a la mujer de tu vida?
- Es medio difícil responder esa pregunta. Porque cuando bailo tango es como que no estoy pensando. Es increíble, es una pasión, por el tango he perdido algunas novias… “El tango me la dio y el tango me la quitó”, dice una canción. Tiene mucho que ver, a mí me atrajo que ella tenía toda la estructura de una bailarina, que me enamoró al instante cuando la vi. Comenzamos a bailar y sin querer la cosa fue pasando. No sé cómo explicarlo, sucedió, como muchas otras cosas en mi vida. Son cosas del corazón que no siempre tienen explicación y el tango, la música, nos terminó uniendo. La misma locura, la misma pasión en común.
- ¿Cuál fue la actuación que más te marcó a nivel personal?
- Fue la primera vez en un festival de Camboriú, el festival de las naciones, donde representábamos a Argentina y me marcó porque fue la primera vez ante un público tan masivo. Fueron alrededor de 10 mil personas, fue impresionante y además estar representando a Argentina junto a una orquesta con el maestro Domingo Federico fue muy importante para mí. Te voy a nombrar una milonga que dice: “… Voló del barro al asfalto…”, fue como pasar de bailar en cualquier piringundin y de repente encontrarme bailando en escenarios mayores, sin haberlo soñado siquiera. Fue como el amor, de repente. Yo estaba feliz de estar bailando en los arrabales, y de golpe llegó alguien que me llevó y me hizo pisar El Círculo, conocer otros ámbitos y un día estaba en uno de los festivales más grandes del mundo. Lo más emocionante de ese momento fue representar a mi país, y terminábamos todo el grupo cantando algún tango de Goyeneche.
- Terminar cantando… Tenés una faceta además de la de bailarín: pintás, tocás la guitarra, cantás. ¿Cómo te surge el arte?
- Viene de la familia también, viene de lejos ya. Mi padre era músico, tocaba muchos instrumentos, los tíos también músicos. Por eso creo que todos estamos relacionados con la música, y con respecto al dibujo y la pintura, es algo que también apareció en mi vida desde muy chico y uno no se puede desprender de eso. Alguna vez me gané la vida dibujando y pintando. Sigo haciéndolo porque me provoca bienestar.
- ¿Te sentís reconocido por tu público?
- La verdad que sí, parece mentira pero ya tengo muchos años recorridos y la gente te va conociendo. No siempre por el Duende, pero te conocen. Muy a menudo me pasa que subo a un taxi y el conductor pone la Fm Tango y se da vuelta y me dice: “¿Vos sos el Duende no?”. También me pasa que a veces estoy en el teatro y me cruzo con gente que me dice: “Cuánto hace que lo quería conocer, yo lo veía cuando usted estaba con la orquesta”. Es una realidad y uno se siente muy regocijado cuando la gente te dice esas cosas. Por ahí me llaman por teléfono y me proponen contratarme para un trabajo, entonces les explico que yo no estoy haciendo una exhibición de esas que se hacen ahora y les digo: “Mejor te mando una pareja que son buenos”, y me responden que no, que ellos quieren que baile yo.
- ¿Qué significó para vos el reconocimiento municipal de artista ilustre?
- La verdad me tomó de sorpresa. No me lo esperaba, después de tantos años de trayectoria que el Concejo de la ciudad me haga una especie de homenaje reconociéndome como artista ilustre de Rosario fue muy grato. Todos mis familiares cuando se enteraron se alegraron muchísimo y yo ni te cuento. Realizamos un acto en el edifico del Honorable Concejo y tuve la posibilidad de estar acompañado de gente querida, de alumnos, de varias generaciones podríamos decir. También bailamos unas piezas con mi mujer y la verdad que me sentí muy cómodo y emocionado por estar viviendo ese momento. De todos modos, hay artistas que mueren sin ser reconocidos pero se llevan el amor de su gente y el aplauso de sus espectadores, o alguna frase de un alumno que te llena el alma y creo que ése es el mejor premio. Sentirme que no estoy solo, que siempre hay alguien que está disfrutando conmigo.
- Por último, ¿cuándo es tu próxima actuación?
- Mi próximo espectáculo es el sábado 29 de Octubre. Se llama El tango y sus bailarines, el cual hace 18 años que lo hacemos, donde hay un desarrollo de bailarines profesionales que se están formando y de milongueros. Así le llamamos a los que nacen en una milonga sin ir a ninguna academia. Es en el teatro Lavardén a las 22.