29 agosto 2011

Un espacio fotográfico

Zona Roja: creación y
producción de imágenes
Es un lugar único para los amantes de la fotografía, donde
se llevan a cabo múltiples actividades relacionadas con el arte.

(Por Ailén Echaguibel) Oscura y pesada es la cortina que cubre la entrada al estrecho pasillo de paredes negras. Al entrar, perdió la visibilidad, asomando a la segunda abertura sin puerta. Un extraño olor le dio la bienvenida. El piso de madera denota la antigüedad del lugar al sentirlo hueco. El ambiente está fresco y sus ojos de a poco se van adaptando a las pequeñas luces rojas que hay.

Es exactamente todo lo contrario a lo que imaginó. Una, dos, tres, cuatro máquinas enormes llamadas ampliadoras, se posan sobre sus mesas en lo ancho de la pared. Al costado una mesada con tres cubetas de donde proviene el extraño, pero al fin, agradable olor. Y al finalizar una pileta.
A medida que pasó el tiempo la retina se le acostumbró y empezó a enfocar cosas nuevas: un reloj, cartones, pinzas, cajones, cinta, entre otras. Y al fin su propia imagen, la misma que en otro momento eligió, entre tantas y capturó.
Zona Roja, ese es el nombre de este amigable lugar que le abre la puerta a personas interesadas en el arte de la fotografía y que quieren ver sus propias obras al nacer. El segundo piso de una vieja casa es el escenario perfecto.
Al tocar timbre una vos masculina le dijo: “¡Ahí va!”. Mientras esperaba a que le bajen a abrir escuchó un silbido desde arriba y al alzar la vista enfocó la soga con la llave enganchada en la punta. Unas hermosas escaleras de mármol lo recibieron y subió. La puerta del segundo piso estaba abierta invitándolo a entrar. Paredes blancas, muchas ventanas vidriadas y el piso de madera, caracterizan el lugar. Una voz desde el fondo lo llamó y la siguió algo nervioso. Al llegar a la última habitación, lo recibió un cara amigable y dijo: “¡Hola, soy Roger! ¿Vos?”.
Le enseñó todo el lugar; laboratorio, cuarto oscuro, baño, biblioteca, living y una sala muy amplia vacía. Antes de poder preguntar, el anfitrión le explicó que allí iba a funcionar una galería.
Se preparó lo necesario e ingresó a ese cuarto de lamparitas rojas. No sabía bien que hacer, nunca había copiado una imagen. Pero Roger al lado le dio todas las indicaciones juntas. Cuando se encontró solo, comenzó. Los retazos de papel mal cortados, el tiempo y la luz. Ansioso tiró el primero sin saber exactamente qué iba a suceder. El papel blanco resaltaba en la cubeta roja, hasta que de pronto, apareció… Estaba naciendo como un niño que sale del vientre. Se iba formando de a poco y la emoción lo atrapó. La imagen que eligió, entre tantos negativos, estaba allí en esa tira de muestra con distintos tonos. Terminó con el proceso ansioso y salió de la oscuridad para verla claramente. La observó bajo el agua como si fuera su primer amor.
“Hablar de Zona Roja es hablar de una parte de mi vida”, indicó Rodrigo Roger. Ese espacio que hizo junto con un amigo y colega, comenzó precariamente en febrero de 2002. “Estábamos muy enganchados con la fotografía y con el laboratorio B&N y necesitábamos un lugar para trabajar cómodamente. Así que surgió la idea de armar un espacio dedicado a la fotografía”, contó Rodrigo, y agregó: “También pensamos en mejorar las posibilidades que habían en ese momento y ofrecer algo diferente de buena calidad para los fotógrafos que se acercaran”.
“Fue una manera también de difundir la actividad y darle un empuje, que en ese momento era más que necesario, ya que no había nada ni siquiera parecido al formato que elegimos para Zona”, aclaró Roger. “Es decir por un lado estaba la necesidad personal de armar algo y por otra parte, la iniciativa de mayor alcance, de generar un movimiento transformador dentro de la escena fotográfica local”, añadió. Al ser su única fuente de ingreso, explicó que debieron empezar a ofrecer los servicios tanto de laboratorio y clases de manera profesional y así se fueron sumando proyectos como la galería y los talleres entre otras, que permitieron su importante crecimiento.
Es así, que ahora en ese lugar se desarrollan diversas actividades relacionadas al octavo arte. “No solo funciona el laboratorio blanco y negro, sino que también los sábados hay un taller permanente de copiado color”, explicó Rodrigo, y amplió: “También contamos con una fotobiblioteca, con material específico de tipo técnico, semiológico, documental y de estética muy bien equipada. Y se dictan cursos de edición digital y fotografía analógica”. Además recalcó que desde hace dos años funciona una galería donde los fotógrafos, profesionales o no, puede exhibir sus trabajos. Explicó que a fin de año se arma un calendario y que así todos los meses, con mucho éxito, se llevan a cabo distintas muestras.
Por su parte Carolina Setau, que se desempeña en la enseñanza del área digital explicó que Zona Roja es un “múltiple espacio”, ya que es un ámbito original de investigación, reflexión, y reinterpretación acerca de la actividad fotográfica dentro del arte contemporáneo. Además agregó: “Es un espacio libre para la creación, desarrollo y producción de imágenes fotográficas que cuenta con todas las facilidades y las herramientas necesarias”.
Este lugar que brinda todas las comodidades y los materiales necesarios para el mejor desempeño en el proceso del arte fotográfico está abierto para todos los amantes de esta actividad.
En Mendoza 927 encontró su espacio, donde le bajan la llave con una soga, lo integran y lo tratan como en casa. Allí en el segundo piso de una antigua casa funciona este laboratorio que los amantes de la fotografía quieren tanto.