CORTES DE RUTA Y PIQUETES
Protesta organizada
(Por Maite Inchausti) Hace años que las manifestaciones políticas han tomado otras formas. Cubiertas quemadas, plazas tomadas, rutas y calles cortadas. Medios poco ortodoxos para lograr las reivindicaciones sociales.
En diciembre de 1999 podrían ubicarse los primeros cortes de ruta de los últimos años. Fernando de la Rua, a pocos días de comenzado su mandato, debió hacerse cargo de uno de los primeros disturbios que se sucederían en forma habitual en los siguientes gobiernos. En el último año del gobierno delaruista manifestaciones populares unieron a todas las clases sociales con ollas en mano para reclamar por una solución a la crisis social y económica que se vivía por aquellos días. Con un índice de pobreza que alcanzó el 53 por ciento y un nivel de pobreza superior al 20 por ciento, el estallido popular fue irrefrenable. El “cacerolazo” más importante de esa etapa llegó el 19 de diciembre, y fue uno de los factores que desencadenara la renuncia del por aquel entonces presidente Fernando de la Rua.
El Movimiento de trabajadores desocupados (MTD), el Frente Popular Darío Santillán (FPDS), la Corriente Clasista y Combativa son las organizaciones que más revuelo generan en la ciudad. Eduardo Delmonte, coordinador de la CCC en Rosario señala que se llega al punto de cortar calles y acampar en las plazas acorralados por la situación de pobreza reina en el país. “El gobierno nacional tiene idea de pagar la deuda externa y nosotros planteamos la idea de hacer un plan de viviendas. Con 500 o 600 millones de dólares se resolvería el problema de 20 mil viviendas populares. Sin embargo los fondos para algunas cosas se tocan, para otras cosas no se tocan. Estamos acostumbrados a pelear siempre por migajas que son muy difíciles de lograr”, destaca Delmonte.
A medida que la crisis económica se agudiza, el piquete se convierte en la metodología de acción de muchas personas que reclaman mejoras en planes sociales o solución a los problemas que causan inundaciones o fuertes tormentas. Algunos grupos, como ocurre con la CCC, entre fogatas improvisadas, bombos y ollas populares se adueñan de las plazas céntricas de la ciudad para hacer más visible aun su reclamo.
Vecinos y autoridades rechazan la metodología que, como todas estas medidas de fuerza, incomoda y complica el normal funcionamiento de la ciudad. El secretario de gobierno municipal Fernando Asegurado considera que la mayoría de la gente rechaza el piquete como método de protesta. Admite el derecho a reclamar pero sin afectar el derecho de los demás. “Hay que tratar de salir de este tipo de situaciones que cuando empiezan uno nunca sabe cómo pueden terminar. Nosotros como Estado garantizamos la apertura al diálogo y la oportunidad de estar presentes en cada uno de los reclamos que los vecinos nos realicen por distintos temas para intentar encontrar soluciones”, menciona Asegurado. Y, contundente, concluye: “Quien tiene este tipo de mecanismo como sistema de protesta va a encontrar siempre una excusa para seguir con este tipo de metodología y a eso tenemos que ponerle un límite”.
Acampes frente a la Municipalidad de Rosario o la sede de Gobierno provincial en espera de una solución a eternos reclamos o aumentos en los planes sociales fueron llevados a cabo durante el 2009. Este año la medida se repitió generando el descontento de la ciudadanía. El concejal del ARI Coalición Cívica Oscar Greppi expresó: “Los reclamos están bien, en algún momento son aceptables, pero cuando se genera caos de tránsito y se perjudica a todos los vecinos el Ejecutivo debe tomar medidas para solucionar este tipo de reclamos que ya se vuelven crónicos”.
“A partir de persistir en este reclamo hemos logrado respuestas mejores en relación a la vivienda social y el plan Argentina Trabaja. La lucha nuestra es muy sectorial, fragmentada. Algunas veces planteamos hacer reclamos nacionales, pero es muy difícil. Creemos que Rosario es el punto para que salga en todo el país”, señala Delmonte.
Cortes de ruta y piquetes de la abundancia
Entre marzo y julio del 2008 una disputa impulsada por un importante aumento en el impuesto a las retenciones llevó a los ruralistas a mantener por largos periodos las rutas cortadas y las góndolas desabastecidas. El paro agropecuario generó incertidumbre en la población que veía con preocupación la falta de productos y el aumento de precios que llegaban al mercado. Un discurso de la presidenta Cristina Fernández donde llamó al reclamo del campo “piquetes de la abundancia”, disparó el descontento popular, generando cacerolazos en todo el país y una manifestación en Plaza de Mayo que culminó en incidentes entre piqueteros y manifestantes que apoyaban al agro.
El piquete desde adentro y el rol de la mujer
La metodología de lucha exige perseverancia y constancia en el reclamo. Es un pedido colectivo y organizado de inclusión social. Son los hombres los que van al cruce de periodistas y funcionarios y las mujeres y niños quienes le dan otro tinte a la manifestación. Ellas se ocupan de mantener la cotidianeidad, de las ollas populares y del armado de carpas a la hora de armar campamentos. Sin restar importancia a la emotividad del sexo femenino y los pequeños correteando por el lugar. Imágenes llenas de fuerza que se repiten a diario en piquetes, cortes y asentamientos en plazas.