Rosario a comienzos
del mil novecientos
La Facultad de Medicina, de estilo europeísta y el Hospital
son consideradas las grandes obras que nos dejó el centenario
(Por Cintia Gruber) Durante las últimas décadas del siglo XIX, Rosario vivió un rápido desarrollo urbano que la convirtió, al llegar el año 1900, en la segunda ciudad del país con casi 110 mil habitantes. El progreso económico originó un aluvión de inmigrantes europeos, cuyas culturas quedaron plasmadas en los estilos arquitectónicos que hoy se advierten en las construcciones. El avance parecía no tener fin, los edificios eran cada vez más altos, los comercios más modernos y hasta se mejoró el transporte.
“Rosario festejó el centenario de forma humilde e improvisada”, manifestó el foto investigador Carlos Raggi en una charla que se realizó en el centro cultural Bernardino Rivadavia. Además destacó la diferencia que había por aquel entonces con Buenos Aires: “Aunque en Capital los agasajos se programaron veinte años antes, Rosario ya tenía su movimiento propio”. El auge del puerto, considerado el más importante de Latinoamérica, es la prueba fiel del desarrollo que experimentó la ciudad a comienzos del nuevo siglo, cuando se convierte en el primer exportador del total de granos del país.
El 26 de octubre de 1902 se puso la piedra basal de las obras de modernización del puerto. Raggi recordó que para la ocasión asistió el presidente Julio Roca con su gabinete y se construyeron tribunas, a las que solo se accedía con invitación. “Rosario tiró la casa por la ventana”, comentó. Luego, por muchos años la piedra fundamental, traída de Buenos Aires, estuvo perdida hasta que en 1939 la hallan y actualmente se exhibe en el museo histórico de la ciudad.
El paso inicial para la construcción del primer jardín público se dio en 1901 cuando se construyeron cuatro plazas en la actual intersección de Avenida Pellegrini y Bulevar Oroño que luego se convertirían en el Parque a la Independencia. Quizás la obra más visitada de este gran pulmón sea el “laguito” fabricado por presidiarios que cobraban un jornal por el trabajo. “El lago está hecho a pala y eso tiene su mérito”, destacó el historiador. Una foto enseña a los prisioneros trabajando en el descampado y de fondo se logra ver el museo histórico provincial Julio Marc que originalmente fue pensado como casaquinta para la familia Tiscornia.
La “montañita”, formada con tierra extraída de la ejecución del lago artificial de un metro y medio de profundidad, remataba su cúspide con un kiosco de madera (hoy inexistente) desde donde se podía tener una vista panorámica. El 1° de enero de 1902, la población se dio cita en el lugar para asistir a la inauguración del “laguito”. Carruajes, tranvías y un ejército de peatones marcharon al lugar admirados por la gran cantidad de farolitos desparramados entre las plantas y luces de bengala que se lanzaban desde un pequeño barco en el islote. Actualmente las 126 hectáreas constan de una magnífica arboleda que incluye tipas, eucaliptos, nogales, sauces y palmeras.
Según Raggi la obra cumbre del centenario fue la Facultad de Medicina, de estilo europeísta, seguida por el Hospital. “La sociedad era humilde y trabajadora, los festejos pasaron desapercibidos”, expresó el foto investigador. Y agregó: “Rosario se hizo con el esfuerzo de la gente porque nunca tuvo el apoyo de Santa Fe y mucho menos de Buenos Ares”. Con respecto a los eventos que realizó la Municipalidad para el Bicentenario, el historiador remató: “No tuvieron nada para mostrar porque no se hicieron obras”.
Gran parte de la historia de la Rosario se puede conocer a través de su arquitectura. Las distintas culturas que convivieron en la ciudad inevitablemente quedaron plasmadas en grandes construcciones urbanas. Solo un pequeño porcentaje de las edificaciones que datan de 1900 sobrevivieron al paso del tiempo y otras, en cambio, fueron modificadas o demolidas.
El ex Teatro Colón, situado en Urquiza y Corrientes, considerado emblemático por su estructura fue inaugurado en 1904 junto con el Conservatorio Mozart y derribado en 1958. Las butacas rebatibles y el piso nivelable permitían que el lugar se convirtiera en un gran salón, características que lo hacían único en la ciudad. “Fue una obra maestra en esa época”, señaló Raggi. Además recordó que allí se realizó la fiesta de la victoria cuando finalizó la segunda guerra mundial.
Por aquel entonces, la arquitectura encontraba su apogeo y las estructuras eran cada vez más trascendentales. El primer edificio más alto de la ciudad estaba ubicado en Córdoba y Laprida y se lo denominaba “Bola de Nieve (1970)” por la forma de su cúpula. Raggi resaltó que fue pionero en tener ascensor y carpintería eléctrica. Quizás un privilegiado del tiempo fue el Asilo de Mendigos y Dementes que todavía se mantiene en Necochea y Ayolas pero bajo el nombre de Hogar de Ancianos. Por el contrario, la casa de Manuel Arijón ubicada en Santa Fe y Laprida no corrió con la misma suerte ya que la demolieron para levantar un edificio. Otras en cambio siguen en pie pero con otro uso, como los Tribunales Federales, antigua casa de Eloy Palacios.