ENTREVISTA A JORGE COSCIA
Tango, soja y cultura
(Por Graciana Petrone) En tiempos de profundos cambios, sin duda es necesario que desde los fueros más poderosos del Gobierno se tomen medidas que trabajen en forma paralela y en función de reformas basadas en la diversidad, la integración y el respeto. Aunque no siempre resulta sencillo acceder a nuevos pensamientos. Hasta el mismo secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, admite tener una actitud de “resistencia” ante los paradigmas que intentan transformas las estructuras clásicas. En una extensa charla, el cineasta y actual funcionario de Estado, habló de la transversalidad de la cultura y de modelos políticos, como el de Mauricio Macri, que sólo intentan resignificar el neoliberalismo de los '90.
- ¿Se necesitan cambios estéticos en la cultura argentina para convocar de esta manera a las nuevas generaciones? ¿Por dónde tendrían que pasar esas estéticas?
- Pienso que estamos viviendo una época donde se están profundizando sobre la diversidad cultural. Pero no del modo como ocurría en los ’80 o ’90, sino lo que estamos presenciando es una suerte de redescubrimiento por parte de los jóvenes de cosas que ya estaban que tenían a mano, y que les permiten recrear otras nuevas. Así funciona la cultura, la cultura es una permanente creación que deja de funcionar cuando hay hegemonías culturales. Deja de funcionar cuando los jóvenes sólo tienen acceso como clientes o consumidores de los productos que se fabrican en otros pagos. Si vas a Cosquín vas a ver a los jóvenes bailando la chacarera a las cuatro de la mañana. Y uno se pregunta: ‘¿Qué es esto? ¿Están dando un paso atrás? ¿Vuelven al folklore?’. No, han descubierto lo que les pertenece. Si vos te movés por las tanguerías vas a ver que hay jóvenes que han descubierto el tango, si te movés a lo largo y ancho del país y te detenés en santiago del Estero, descubrís que quienes tocan chacarera tienen un promedio de 22 años. Lo que está ocurriendo es que hay una actitud de resistencia cultural que implica un redescubrimiento de lo que ya está instalado, de los que somos y tenemos.
- ¿Qué es lo que surge específicamente de esos movimientos?
- Surgen cosas nuevas porque el modo de los jóvenes de interpretar y abordar estos lenguajes artísticos no es el mismo que el de los pioneros. Un joven que hace zamba no es el “Cuchi” Leguizamón, pero seguro que han escuchado y redescubierto al “Cuchi” Leguizamón o a Sixto Palavechino. El rock es también una vertiente aunque está viviendo un momento particular, raro, extraño, tiene mucho que ver con que el rock ha sido uno de los grandes espacios de resistencia cultural, reactivo a que la hegemonía cultural de consumo cultural venía de la música producida en el hemisferio Norte. Acá hubo genios y talentos que lograron hacer con eso algo propio. La lista es enorme: desde Charly García a Fito Paez, por ejemplo, ellos reinterpretaron hasta a Los Beatles de una manera propia. Una de las cosas que están ocurriendo es que se está reelaborando lo propio y que hay una resistencia cultural que pone en duda la uniformidad sobre la que se viene trabajando y que parte de los medios de comunicación conceptuales.
- ¿El cine también se ha resignificado?
- Lo que ha ocurrido con el cine es un muy buen ejemplo sobre lo que estábamos hablando. Hace diez años en el cine había sólo tres directoras mujeres y hoy son un montón. Mi mayor orgullo de haber pasado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), además de haber logrado la autarquía, el aumento a la producción y la premiación, es que hayan entrado mujeres y gente joven del interior del país a filmar. Una presencia joven que se esboza a partir de Pizza, birra y faso. Recuerdo que cuando me fui del INCAA, a los pocos meses, me dieron un catálogo con directores jóvenes argentinos y yo no conocía ni a la mitad. Nuestro cine también expresa esa diversidad porque aparecen las miradas jóvenes y femeninas sin que sea necesaria la mirada de Leonardo Fabio. Lo que vemos es un cine que tiene perspectivas distintas. Un debate cultural argentino que no prescribe, al menos para mí, es esa suerte de Florida y Beodo. No es mejor Beodo que Florida como no es lo mismo el cine de Trapero que el de Alonso. Hay maneras distintas de abordarlo y todas son enriquecedoras. Los jóvenes no entran al cine desde la lectura sino desde la imagen y ahí es donde hay otros defectos, porque de pronto podés hacer todas las capacitaciones o cursos audiovisuales pero el director de cine es, de alguna manera, un novelista.
- Usted nombró a Boedo y Florida. La polémica es uno de los elementos más necesarios para el crecimiento de las sociedades, ¿en Argentina faltan polemistas?
- Creo que cada vez los hay más. Si ves la 'resistencia bloguera', y digo resistencia porque se da la particularidad de que hoy vivimos en un proyecto político-cultural que gobierna pero es resistencia-gobierno al mismo tiempo. Está quedando claro que el poder no es el Gobierno y que el poder está instalado en otro lado. Dentro de la resistencia vas a encontrar a una 'resistencia bloguera' que es la resistencia de la argumentación y del otro lado prendo mi Twitter y aparecen las puteadas y los insultos. La verdad que del otro lado, no está ni Boedo ni Florida, sino una resistencia cultural y política que defiende este proyecto y que puede hacerle críticas. Es increíble cómo polemizan, principalmente los jóvenes. Ellos tienen un training en la polémica sorprendente y se están curtiendo aceleradamente bajo la presión que se vive en la historia. No todos los momentos de la vida de un país son iguales y la gran presión que ha sufrido este proyecto político con la crisis de la 125 y la lucha por la libertad de expresión ha acelerado a toda una generación contestataria del verdadero proyecto y los jóvenes siempre son contestatarios, no son conformistas.
- En la década del ’70, Aníbal Ford realizó un planteo estructural para que la literatura fuera estudiada en las universidades desde las ciencias conexas (filosofía, antropología e historia). Ese proyecto le demandó casi 20 años. El actual modelo político del Gobierno parece apuntar a un cambio de paradigma que articule la política, la economía, la cultura, entre otras. ¿Qué tiempo puede llevar implementar estos cambios?
- No soy futurista pero creo que los cambios de paradigmas que estamos viviendo en lo cultural van en paralelo con los cambios de paradigma del modelo de país que este gobierno plantea, y en ese sentido yo expreso esa dualidad resistencia-Gobierno: soy secretario de Cultura, soy miembro del Poder Ejecutivo y todos los días me despierto como que estoy en una actitud de resistir a las posturas que se oponen a cambiar las estructuras clásicas de la Argentina o las estructuras de poder tradicionales. Lo de Ford es muy interesante porque da cuenta que las cosas se pueden retrasar pero no frenar. Los cambios que son imprescindibles se pueden retrasar pero frenar.
- ¿La cultura debe estar articulada entonces con otras cuestiones actuales, así cómo Ford pretendió establecer a la filosofía, la antropología o la historia como problemáticas para abordar la literatura?
- Lo que estás diciendo es central ya que un eje de la política que planteamos es la transversalidad de la cultura. No podemos pensar a la cultura separada del trabajo, de la salud, de lo social o de la política federal. La idea que tenemos es transversal y trabajamos mucho con todas las áreas del Gobierno. Trabajamos incluso con el Turismo que es central también. Porque cuando uno analiza el potencial turístico argentino no se puede separar del potencial cultural. ¿A qué viene la gente a Buenos Aires, a ver el Río de la Plata? No, viene a ver las expresiones culturales. Podrán ver los glaciares o las cataratas pero lo que más le interesa a la gente cuando viene a Argentina son sus fenómenos culturales. La idea de una cultura separada es la idea de los recitales, del entretenimiento o de los shows y el ejemplo más claro de ese modelo es la actual política del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de hoy que completa sus pertenencias a un proyecto de país neo liberal. Macri lo dice claramente: ‘Hay que privatizar Aerolíneas de nuevo’ y se debe valorar la sinceridad de Macri porque es un hombre que no esconde sus visiones. La política cultural de él es un ejemplo claro de una política no transversal de lo cultural. Traen recitales internacionales, magníficos, pero como que la cultura va separada de las otras concepciones que tiene que ver con la salud o lo social. Ahí están los dos modelos de país.
- Tango, soja y cultura…
- Cuando Macri dice que la cultura es como la soja, muestra la diferencia entre los dos modelos de país. Él adscribe a un modelo agro-exportador sojero que de triunfar va a dejar a millones de jóvenes porteños sin la perspectiva de poder llevar a delante lo que aprendieron en sus estudios o en las universidades. El modelo sojero agro-exportador impulsa al campo pero también expulsa de las ciudades. Si se impone ese modelo estamos en el horno. El modelo que nosotros proponemos es un modelo donde cohabita el valor agregado con el mundo real y donde se intenta que no hegemonice la soja. Y no como dijo Macri que 'la soja es lo más parecido al tango', es lo menos parecido porque el tango es un producto cultural que no contamina con glifosato, que no expulsa a gente, que enorgullece a los argentinos y que nos hace quedar bien en el mundo. La soja es un alimento para chanchos de la China.
- ¿Qué pasa con la clase media en este contexto?
- La clase media no hay que generalizarla porque no es lo mismo la clase media porteña que las de otros puntos del país. La clase media, en general, tiene la particularidad de querer mirarse en el espejo del ascenso social y ahí es cuando se equivoca al querer mirarse en el espejismo de lo que quisiera ser y no de lo que es. Eso explica que enormes sectores de la clase media urbana, quienes la única tierra que tienen es la de la maceta del balcón, hayan estado de acuerdo con un proyecto agrario que de triunfar, hubiera dejado a sus hijos sin futuros. En realidad el proyecto de la clase media debe estar ligado a una sociedad que priorice el trabajo, la producción, el valor agregado y el desarrollo social. Ya explicaba Gramsci, cuando hablaba del tiempo de los cambios culturales, que son mucho más lentos que los procesos económicos políticos o económicos. Lo que estamos viendo que muchas de las personas que se han beneficiado con el acceso al empleo o a cambiar el auto siguen aferrados a un modelo anterior. Hay como un retraso en su cabeza, más aún en una sociedad que es consumidora de contenidos audiovisuales producidos por los medios de comunicación hegemónicos que hicieron una campaña de bombardeo impresionante.