Carmina Burana una obra
que impacta hasta en ballet
Iñaki Urlezaga trajo a Rosario la cantata convertida en danza
moderna con un montaje minimalista y para no olvidar
(Por Juliana De Bernardi) El arte es una de las formas más expresivas que tiene el hombre para transmitir sentimientos, conceptos e ideas, aunque ellas sean una forma de protesta o descripción de la realidad en que se está inmerso. En el caso de la danza clásica como espectáculo, que al paso del tiempo va modificando sus puestas en escena, montajes y coreografías, es uno de los tipos de arte que está perdiendo peso porque sencillamente no se le da el espacio que merece en las grillas de entretenimiento.
Sin embargo el viernes pasado Rosario fue engalanada con la presentación de Carmina Burana. Está creación fue adaptada al ballet y encabezada por el bailarín internacional Iñaki Urlezaga, además contó con un cuerpo de baile de lujo como lo es el ballet concierto de La Plata. Cabe destacar que esta presentación ha recorrido los escenarios más importantes de Europa y Latinoamérica y es un privilegio poder verla en las tablas locales.
Aunque el común de las personas crea no conocer la obra Carmina Burana, es seguro que de hecho escucho su música en cientos de películas, videojuegos y adaptaciones a videoclips de artistas pop. En este caso, lo presentado por Iñaki fue una variación espectacularmente montada en la que se incorporaron rasgos modernos y urbanos fusionados con los cantos gregorianos de la edad media. Para hacer un poco de historia hay que decir que esta cantata fue originalmente un conjunto de poemas medievales que Carl Orff en 1936 puso melodía y se convirtió, a partir de allí, en una de las obras más reproducidas y taquilleras de la historia.
En los que respecta a esta versión de ballet hay un guiño artístico que sorprende en la innovación corográfica, es la incorporación de un bailarín de break dance. Ya desde el comienzo con una escenografía impactante, dos semicírculos blancos con escaleras incorporadas que giraban en el escenario y la teatralización de una reina vestida completamente de plateado, se dejó ver la destreza de este artista que también bailó hip hop ante la mirada estupefacta del público a sala llena.
A pesar de que la figura convocante era Iñaki Urlezaga, hay que destacar el trabajo impresionante del ballet Concierto cuyo primer bailarín Franco Cadelago, hizo temblar el teatro con sus piruetas y elasticidad. El trabajo se puede encuadrar en lo que se llama danza moderna, que es una mezcla de danza clásica y contemporánea que se caracteriza por la terminación y definición en la postura de las extremidades. Justamente eso es lo que más resaltó en materia de composición ya que tuvo una rigurosa coreografía. Se podía dividir el cuerpo en dos, por un lado la parte superior con un complejo entrelazamiento de manos y brazos, y por otro en la parte inferior en la que se manejaban posturas abiertas y con los pies derechos, lo que se llama sexta y séptima posición, saltos cortos y a ritmo rápido (todo lo contrario a lo que usualmente se monta para danza clásica)
De por sí el espectáculo no es lo que uno cree o supone encontrar cuando va a ver una opera adaptada al ballet. Es mucho más, es una apuesta completamente distinta, en la que escenografía minimalista y simple donde los bailarines eran los que se destacaban. Es muy difícil traspasar una obra teatral a la danza y que no sea una comedia musical. Ese es un gran y valioso desafío. Por eso el toque operístico estaba dado por la iluminación, desde múltiples colores hasta los dicotómicos blancos y negros.
Al salir de la sala mucha gente comentaba que no había entendido el espectáculo, que no podía encontrarle un hilo o una trama. Es que sencillamente al arte no hay que comprenderlo sino sentirlo. Y en esta ocasión Carmina Burana es una de esas experiencias en las que hay que dejarse llevar por el dramatismo neto de los cuerpos.