DEPORTE EN LOS BARRIOS
Más que un juego. Lo que
logra patear una pelota
Uno de los objetivos de las practicas deportivas en el los
clubes barriales es que los chicos pasen menos tiempo en la calle
(Por Juliana De Bernardi) En la Argentina el peso del deporte, principalmente el fútbol, llega a ser fundamental en la construcción de identidades, tanto individuales como colectivas. La sociedad entera está atravesada, en cierta forma, por las prácticas deportivas. Así, se puede ver que en las distintas clases sociales siempre hay alguien que fabrica sus relaciones con otros individuos en la medida que desarrolla y se integra a estos grupos con intereses compartidos. Por ejemplo, se puede jugar al fútbol, ya sea en la cancha de alquiler o en el campito de la esquina. Es una práctica que no distingue clases ni niveles sociales. No importa si se juega con un balón original o una pelota de trapo. En ese momento, no sólo son personas con distintas historias, ideologías y comportamientos, sino que conforman una igualdad colectiva, son todos jugadores que corren tras de una misma pelota.
Aunque no se tenga conciencia de la importancia del fenómeno deportivo, es necesario saber que el papel que posee como mecanismo de formación de identidad en los niños y jóvenes es esencial. Es más que conocida la situación por la que atraviesa el país. Cada día que transcurre los índices de drogadicción, delincuencia, pobreza o marginación aumenta (en muchos aspectos) . Por esa razón el deporte es una manera de sacar a los chicos de las calles y mantener su tiempo y pensamientos ocupados en cosas que valgan la pena y los ayuden a formarse como personas de bien.
No solamente se atribuye a las prácticas deportivas las cualidades de mejorar el estado físico e incentivar la competencia, sino que también se relaciona a él la capacidad de trabajo en equipo, el honor, la inteligencia, el respeto y el progreso.
Los clubes de barrio son el primer eslabón de la cadena para llevar cabo la tarea de hacer que los jóvenes participen de encuentros deportivos y empiecen a crear una forma distinta de relacionarse con su entorno. Si bien, generalmente, los clubes grandes son los que obtienen mayor trascendencia, no son estos espacios en los hay que enfocarse, sino que en donde existe mayor necesidad, trabajo y muchas veces carencias. Es muy difícil solventar y llevar adelante un proyecto que garantice el buen y sano desarrollo del deporte, más aún en zonas donde las miradas de la comunidad no están puestas allí. Por esa razón es que resulta absolutamente necesario el compromiso de los distintos actores de la sociedad, sea éste un gobierno o un vecino de algún barrio.
Dejar de pensar, para hacer
Llega un momento donde, muchas veces, hay historias que merecen ser contadas. Esta es la de un club pequeño, pero que desde el 1 de mayo de 1952 ha podido ver a muchísimos chicos pasar por sus canchas y piletas. Se llama Club Atlético Tucumán y está ubicado en Tucumán al 5600. Con un increíble orgullo sus profesores y directivos comentan que este año tuvieron entre la colonia de vacaciones y la escuelita de natación más de 300 niños y adolescentes. Ellos son Laura Diez y Mariano Aletta de Sylvas, y dan clases en todos los deportes que realiza el club: básquet, voley, fútbol, handball y hockey.
Este establecimiento es integrante de un plan de revalorización del deporte de la Municipalidad de Rosario, que recibe el nombre de Plan de Centros de Iniciación deportiva. El proyecto consiste en brindar ayuda tanto económica y administrativa como así también de asesoramiento jurídico. La idea principal es colaborar con el club hasta que pueda mantenerse por sí solo. De esta manera Laura y Mariano reciben elementos de trabajo y colaboración en el transporte de sus alumnos para ir a competencias. Aunque explicaron que últimamente los subsidios de las arcas municipales se han reducido debido a la crisis económica y este año no ha podido ser mucha la ayuda. Por eso dependen, en varios momentos, de la capacidad de la institución para aumentar la cantidad de socios y así poder continuar con el normal funcionamiento.
El profe, como lo llaman los chicos, habló sobre la gran necesidad que se vive en la zona, ya que a unas pocas cuadras hay una villa. “Lo mejor de las actividades que se realizan en los clubes es que aunque sea por unas horas, un par de días a la semana, tenés a los chicos ocupados en otras cosas, los sacás de la calle. Así uno puede mostrarles que hay otra realidad distinta a la que ellos viven normalmente”, agregó Aletta de Sylvas.
Continuando en la misma línea, es evidente que aunque parezca obvio a la vista del mundo, el rol de la sociedad es más que significativo a la hora de encaminar el futuro de los niños y jóvenes. Dado que ellos serán los seres que mañana tendrán la responsabilidad de llevar adelante el país. Debido a este tema, el entrenador continuó: “Para que la comunidad funcione mejor y se le dé la debida contención hay tres elementos que tienen que funcionar en conjunto. Son la escuela, la iglesia y por supuesto los clubes de barrio”.
Laura Diez, a su vez, resaltó la relevancia que tiene el entorno familiar en el proceso de aprendizaje deportivo de los chicos. Pero se lamentó al decir que los padres “brillan por su ausencia” en la vida institucional del club. La mayoría de los niños van solos a las actividades y en todo caso, a los más pequeños los traen los hermanos mayores que también concurren a ellas.
“Cuando uno enseña, no sólo les trasmite las reglas de juego, sino que también los códigos de convivencia. Hay muchas veces que los pibes quieren resolver las cosas como lo harían afuera, a las piñas, pero el objetivo que nos planteamos es que puedan hacerlo dialogando y que respeten las normas. A pesar de eso, no detectamos chicos problemáticos o difíciles de controlar, ellos están acá porque les gusta hacer deporte y su respuesta es muy positiva”, añadió la profesora.
Hace apenas unos años que el Club Tucumán se está tratando de arreglar de a poco con el financiamiento de la Municipalidad. Uno de sus próximos proyectos es poder mejorar la cancha de fútbol para así seguir dando clases. Y, a su vez, poder llegar a alquilarla para generar ingresos e independizarse definitivamente.