09 agosto 2010

Música

La tierra llamó a un
encuentro, los músicos
emitieron el mensaje

(Por Juan Torresi) Eran las 23 del viernes cuando Willie Dixon abrió sus puertas a quienes con ansias esperaban un recital como el que iban a apreciar esa noche. Es que Patagonia ReVelde y Rubén Patagonia volvían a tocar juntos después de dos años, en un show al que ellos mismos nombraron “La Tierra llama al encuentro”. Para Francisco Funes, guitarrista y cantante de la banda rosarina, la idea de lo que iba a apreciarse esa noche era clara: “Esto va a explotar, Rubén siempre genera sensaciones increíbles, es un orgullo que él nos deje listo el escenario para que después nosotros salgamos a rockear”.

Ya gran parte del público había entrado al denominado “Templo del rock” de la ciudad, cuando comenzó a sonar La Sacrispanti, banda responsable de abrir el recital. Por supuesto, con una temática bastante similar a la que proponían los anfitriones, el grupo (que va abriéndose paso por el under rosarino) presentó varios temas de su disco debut: Indio Gaucho. El repertorio varió diferentes ritmos e influencias como reggae, hard rock o chacareras y la gente brindó un apoyo cálido y genuino.
“La Sacrispanti es una banda amiga, que realmente promete muchísimo, no tengo dudas de que van a ganarse un lugar muy importante en la movida local”, aseguró el líder de Patagonia ReVelde. Y, al parecer, las dudas de los espectadores también se despejaron: el grupo fue despedido con respeto. Había pasado la medianoche, ya todo estaba listo para que el señor Patagonia hiciera su aparición.
Con una banda integrada por sus hijos tanto en batería como en guitarra, el tehuelche apareció en el escenario y sucedió lo esperado: una ovación unánime para un hombre que desde hace treinta años viene reclamando desde la música por los derechos de los pueblos originarios. Es que el nacido en Comodoro Rivadavia sacó el primero de sus seis discos en 1979 y hasta el día de hoy sigue con su folklore, con fusiones del kaani y el lonkomeo (ritmos tehuelches y mapuches).
Todo el recital de Rubén Patagonia estuvo cargado de emotividad, con músicos que lo acompañan de manera increíble, porque probablemente no sean sesionistas, pero transmiten y expresan al máximo cada nota que tocan. El repertorio osciló a lo largo de todo su material discográfico, estremeciendo a todos con el tema “Más allá del colorado”. A la hora de tocar “Cacique Yatel”, canción escrita junto a Ricardo Iorio, el cantor habló sobre la amistad que mantiene con el cantante de Almafuerte y dejó una definición auténtica y bien criolla: “Somos verdaderos amigos, porque nos permitimos disentir en un montón de cosas, pero yo estoy en el cuero de él y él está en el cuero mío”.
El tehuelche se despidió del público que calurosamente le dijo hasta pronto con una nueva ovación. Venía el otro plato fuerte de la noche, y mientras el escenario se reacomodaba, una gran pantalla lo tapó sólo por cinco minutos, para que pudiera verse uno de los motivos principales que dieron paso a este show, ya que Patagonia ReVelde presentaba el video clip de su nuevo corte de difusión: “Disculpe Usté”. “La idea de este video es que podamos llegar a los canales nacionales de música, es un gran paso para nosotros”, expresó el bajista Claudio Hidalgo.
Apenas terminó el video, el grupo comenzó con lo que sería su eléctrica presentación. “Sueño con serpientes”, tema de Víctor Heredia, fue el primero en sonar y, como de costumbre, el primero en generar el pogo del los fans. Luego pasaron canciones como “A cada instante”, “Animalpalabra” o “Caracas”, variando entre los tres discos de estudio de la banda. “Para nosotros es una alegría poder presentarles a ustedes este nuevo paso que vamos a dar, hacerlo en casa es como la cintita roja de la buena suerte”, manifestó el cantante Francisco Funes.
A lo largo de la noche distintos invitados subieron al escenario, como Román Leocatta (cantante de La máquina de hacer chorizos) o el mismo Rubén Patagonia, entre otros. Lo que se llamó como un encuentro terminó siendo una fiesta entre músicos amigos, entre compañeros de ruta, pero también compañeros de un mismo mensaje. Y cuando ese mensaje es auténtico, cuando eso que el artista siente logra trasmitirlo desde la piel, el público lo capta y devuelve alegría. A las cuatro de la madrugada, tanto músicos como espectadores se fueron con una sonrisa en el rostro. Pero, por supuesto, a la espera de que la tierra llame a un nuevo encuentro.