07 junio 2010

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COMO PARTE DE LA HISTORIA
“Atorrante, bohemio y
protagonista, sin duda”
Horacio Ferrer visitó Rosario en el marco de un proyecto que
ambiciona incluir el tango dentro de los planes universitarios.

(Por Graciana Petrone) El compositor y poeta Horacio Ferrer visitó la ciudad en el marco de un convenio firmado entre la Academia Nacional del Tango y la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Lo hizo con el propósito de formalizar la inclusión del tango en los planes educativos y también para adelantar contenidos de su próximo libro, Mil versos para Picasso. La edición, que forma parte del proyecto formalizado entre las instituciones, contiene cien poemas íntegramente dedicados al pintor español, acompañados por ilustraciones de su esposa, la artista plástica Lulú Micheli.

La intención de incluir el mítico arte popular en la enseñanza superior representa un punto de inflexión importante en las actividades universitarias. “No tiene que ser estudiado sólo desde la música, el baile, el canto y la poesía sino también, como dice la Ley Nacional, a través de las ciencias conexas: la historia, la antropología o la psicología”, expresó Miguel Jubany, presidente de la Academia Nacional del Tango de Rosario y anfitrión de Ferrer en sus visitas a la ciudad. “En la escuela de psicología –enfatizó- están trabajando para brindar una serie de charlas con el fin de acercar a los alumnos al tango”. Por lo que aseguró que resultará un material muy productivo en los planes de estudio.
“Se puede hacer una obra de enseñanza, de transmisión de conocimiento y de ubicación del tango en la historia argentina –indicó Ferrer– . Es un protagonista siempre, un poco atorrante y bohemio, pero protagonista, sin duda”. También, contó que hace varios años que la Academia Nacional del Tango de Buenos Aires dicta seminarios para el sector universitario donde abordan la música, la cultura tanguera y las letras del arte popular.
El maestro Ferrer es autor de innumerables letras de canciones, entre ellas, la inconfundible “Balada para un loco”, “Adorado Troilo” o “Chiquilín de Bacín”, inmortalizada, ésta última, en la voz de Roberto Goyeneche y en la música de Astor Piazzola. Es el máximo difusor del tango en el mundo. Realizó ensayos de investigación, los cuales fueron traducidos a varios idiomas y presentados en las ciudades más importantes del mundo. Entre sus trabajos escritos se destaca, tal vez su obra más paradigmática, El siglo de oro del tango (1985) o The golden age of tango, tal como se lo conoce en la biblioteca hispana de la Universidad de Oxford.

Mil versos para Picasso, de Madrid a Rosario
Portadores de una sencillez y calidad humana admirables, el maestro Ferrer y su esposa Lulú –como él la llama– dialogaron en forma exclusiva con La Revista de Tea, a la que contaron algunos entretelones cotidianos que forman parte del incansable trabajo que ambos realizan por el arte y la cultura popular, como así también sobre su nuevo libro.
La génesis de Mil versos para Picasso tiene una historia muy particular, ya que los dibujos que acompañan a cada uno de los poemas del tanguero fueron presentados en los centros culturales más importantes del mundo, con excelentes críticas. Micheli contó que hace unos años realizó una puesta titulada De Lulú para Picasso en la madrileña galería de arte Annta, ocasión en la que su esposo recitó poesías acompañado por el pianista español Yaco González.
“Al principio la dueña de la galería no estuvo muy de acuerdo con que yo exponga mis trabajos porque no era conocida en España –confesó Micheli-. Pero, como digo siempre, tengo la suerte de estar al lado de un grande, como es Horacio”. Las palabras de la pintora no hacen más que confirmar un sesgo inusitado de humildad, ya que las críticas recibidas de los principales diarios de arte madrileños fueron impecables respecto a sus obras, a las que catalogaron como “verdaderas visiones picassianas al modo de la propia Lulú” y representadas bajo “un arte figurativo y surrealista”. También, contó que posteriormente se mostraron en París y Florianópolis pero que partió todo del trabajo de su marido, ya que mientras él escribía sus versos, ella dibujaba y pintaba.
Resulta intrigante imaginar la convivencia del existencialismo tan real del tango con el surrealismo de Micheli, y como tal, con las características tan irreverentes propias de ese movimiento y tan dispares entre sí. Al respecto Ferrer dijo: “Conocí a Lulú durante una exposición de ella en el bar La Poesía de San Telmo y me metí en un mundo de pintor. Aunque he sido dibujante, dejé de pintar cuando me enamoré de ella porque la pareja no debe competir. Ella hace su pintura y yo mi poesía y se complementan y se armonizan perfectamente”.
La vida del matrimonio Ferrer está signada por el arte desde que comienza el día. Ambos contaron que se separan al mediodía y se vuelven a juntar a la noche. “Lulú trabaja en su taller que tiene en Barracas –explicó el compositor- porque vivimos en un departamento muy chiquito, aunque con una vista que llega hasta las costas del Uruguay, pero compartimos muchas cosas juntos”.