07 noviembre 2011

Ley de Talles en la provincia

Odisea a la hora de
decidir qué ponerse
A cuatro años de promulgarse la ley 12.841 en Santa Fe, aun
sigue sin poder implementarse. Demoras sin soluciones eficaces

(Por Ailén Echaguibel, Dana Leiva y Florencia Pauletti) Una de las necesidades básicas del ser humano es la vestimenta. El abrigo, entonces, responde al menester que toda persona precisa para vivir. Sin embargo, pareciera que en la actualidad tener un cuerpo que no responde a las exigencias culturales que se imponen es un elemento que limita a muchos hombres y mujeres a vestirse “con lo poco que encuentran”. De esta forma, pensar en engalanarse a la moda es, para muchos, una real utopía que conlleva a frustraciones, auto discriminaciones y malestar continuo.

En 2007 se promulgó en Santa Fe la Ley 12.841, conocida como Ley de Talles. Esta normativa dispone en su artículo N° 2 que “la marcación de las prendas deberá realizarse conforme a las medidas aprobadas mediante las normas Iram 75310”. Según esas pautas, deben existir talles obligatorios del 38 al 50, etiquetados con medidas de busto, cintura y cadera. En el artículo que precede, se establece que los comercios que venden ropa de mujer deberán tener en existencia todos los talles correspondientes a las medidas antropométricas de la mujer adolescente, que comprende entre los 14 y 19 años. La antropometría es la ciencia que entiende de las medidas de las dimensiones del cuerpo humano. La Ley de Talles dispone que todas las prendas deben ofrecerse en todas las medidas.
Lo particular de esta ley es que, a cuatro años de sancionada, aun no fue reglamentada, motivo por el cual no puede ser aplicada. Luego de ser ratificada, se estipuló que debía ser regulada dentro de los tres meses y puesta en vigencia en los 180 días consiguientes. En 2011 la Ley de Talles sigue paralizada, esperando ser desarchivada por parte de Fiscalía estatal para ser refrendada por el gobernador de la provincia.
El órgano de aplicación y regulación está a cargo del Ministerio de Producción y de la Dirección de Comercio Interior, que dependen de la Secretaría de Servicios de Apoyo al Desarrollo. Su titular, Osvaldo Audagna, aseguró: “Esto no es un capricho ni falta de predisposición de trabajo, sino que cuesta muchísimo a la hora de poder aplicarla”. En este sentido, sostuvo que a cualquier negocio de venta de ropa se le hace muy difícil tener, de cada una de las prendas, todos los talles. A su vez, manifestó que existe, más allá de reconocer el derecho, una imposibilidad de poder instalar esa norma. “Para los comercios es arduo llevar adelante esta ley si consiguen mercaderías en provincias en donde la misma no rige, lo que genera una competencia desleal”, explicó. Sostuvo que, de ser aplicada, tendrán que especificarse cuáles serán las medidas de talles a respetar ya que, debido a la globalización, Argentina se ha desviado de las normas Iram.
Por su parte, Diego Giuliano, actual concejal, fue uno de los que en 2007 firmó la promulgación de la Ley de Talles en la Legislatura provincial. Para él, la normativa es importante “para no discriminar y establecer parámetros equitativos de acceso a la vestimenta”. Manifestó además que la ley no perjudica a los fabricantes de prendas, sino que por el contrario, permite el acceso a la compra de vestimenta para todas las personas, sea cual fuera su talle. Culminó haciendo cargo al Ejecutivo por la falta de reglamentación y culpó: “Es discriminación e incumplimiento de los deberes del funcionario público”.
Según Miriam Benítez, impulsora de la normativa, siguen primando los objetivos empresariales. “En primer lugar imponen un modelo ideal de persona que no es el común, lo cual hace que tengamos una serie de consecuencias lamentables en nuestra sociedad porque estamos mirando un modelo al cual, la mayoría, no pertenecemos”. Y concluyó: “Tenemos derecho a acceder a la indumentaria que queremos”.
Como contrapartida de la situación, el presidente de la Asociación Empresaria de Rosario, Elías Soso, sostuvo que la ley “es inaplicable”. Explicó que debe erigirse una Ley Nacional para uniformar el criterio legal. Miembros de la fundación Mujeres por la Igualdad, sostuvieron que al ingresar a un local y no encontrar talles acordes a su cuerpo “se sienten obligadas a seguir un estándar que no es acorde al físico”, cuestión que provoca, en muchos casos, daños psicológicos y hasta corporales.
Siguiendo esta línea, en las adolescentes existen grandes problemas de alimentación que pueden desembocar en padecimientos tales como bulimia o anorexia. Estas dificultades se ahondan cuando una joven no encuentra en un comercio la prenda que desea. Sumado a ello, los talles son cada vez más pequeños y no concuerdan con los físicos típicos de las mujeres argentinas, caracterizadas por ser curvilíneas como todas las latinoamericanas.
Paula Markman, diseñadora de indumentaria, explicó que durante sus años de estudios nunca se habló de la Ley de Talles y sus repercusiones en las mujeres de la provincia. Sostuvo que, cuando diseñaban modelos de ropa utilizaban maniquíes de talla S (small, chico), o en su defecto M (medium, mediano), pero nunca talles que sobrepasen esas medidas. Subrayó que sería positivo que se implemente y se cumpla, “porque las mujeres reales no son como las que nos imponen a la hora de realizar un diseño”. Sostuvo además que finalmente, se termina diseñando para mujeres irreales o que sólo abarcan a un porcentaje mínimo de población.
En medio de las discusiones acerca de la reglamentación, su ejercicio y aplicación, se encuentran las personas que ansían por acceder a la vestimenta que les gusta. Cansadas de recorrer locales que se niegan a ofrecer tallas a medida real, la problemática sigue en vigencia. “Siempre que entro a un local, me miran de arriba hacia abajo y ni siquiera me ofrecen algo, directamente me dicen que no manejan mi talle”, aseguró Brenda Richetti, una joven de 20 años que padece sobrepeso. Además, sostuvo: “Cuando consigo algo, si es que consigo, me termina saliendo mucho más caro que lo que se encuentra en un local común”. Sumado a este padecimiento, la adolescente aseguró que resulta prácticamente una odisea encontrar ropa acorde a su edad, y en su lugar, debe conformarse con atuendos “anticuados” o que no son de su agrado.
Romina Pietrani, de 25 años, confesó que se pone de mal humor cuando pretende conseguir prendas de vestir. “Me angustia no conseguir nada que me quede o me entre”, expresó, y añadió: “Es terrible ver vidrieras que parece que te imponen ser cada vez más esqueléticas en lugar de fomentar el cuerpo real que todas tenemos”.
Sería positivo comenzar a indagar qué sociedad se está forjando o queriendo forjar. Queda claro que tanto empresarios textiles como fabricantes y políticos, no poseen ningún deseo real de velar por la salud y el bienestar de sus ciudadanos al imponer tantas trabas burocráticas para efectivizar la ley.
Modelos inadecuados, talles irreales, frustraciones y lentitud política se fusionan para generar una sociedad que lejos está de ser equitativa. ¿Cómo pensar en que la ley se cumpla si existen grandes discusiones al interior de su contenido que impiden su aplicación? Será cuestión de dejar de lado los intereses sectoriales y ponerse los pantalones, cualquiera fuese su talle, para revertir esta situación tan real como las medidas de las mujeres del país.