FILM: MENTIRAS PIADOSAS
Cortázar por Sabanés
(Por Facundo Borrego) El film Mentiras piadosas (2009) de Diego Sabanés es una adaptación libre del cuento "La salud de los enfermos" (1966) de Julio Cortázar, y también de otros textos del escritor como "Casa Tomada", "Cartas a mamá" y "Tía en dificultades", estos últimos con menos influencia que el primero. Lo interesante del trabajo del director es la manera en que traslada la esencia de Cortázar a la imagen fotográfica, y cómo explora la idea de costumbre al mostrar cómo una mentira puede volverse verdad si se habitúa a ella.
La película relata la historia de una familia que ante la desaparición del hermano Pablo -supuestamente de viaje en París- decide escribir cartas falsas y crear una historia basadas engaños a su madre, para cuidar su frágil estado de salud que podría empeorar si es que se entera de la fortuita desaparición de su hijo. La ficción se ramifica mientras la casa va siendo desmantelada para afrontar las deudas que generan los envíos postales hacia París, y se torna desolada por parte de los mismos integrantes de la familia.
Sabanés interpreta a la perfección el lenguaje del escritor, absorbiendo su esencia, que mezcla lo surrealista y lo fantástico con la realidad más cruda. Lo que distingue al escritor es la demostración de un punto de la realidad, que en un segundo converge en una historia completamente distinta. Es un tajo que se produce como por descuido en cualquier situación cotidiana y de pronto deja asomar otro mundo paralelo, amenazante. Tanto en el film como en el texto se describen las cosas más minúsculas, más domésticas, que abren la posibilidad de una nueva interpretación.
Mentiras piadosas se inicia con un tono costumbrista de una familia cualquiera de la clase media argentina. A partir del planteo de la solución al problema (las cartas inventadas para la madre), comienza a oscurecer de a poco la situación desde lo argumental, alejándose del realismo para sumergirse en un mundo extraño e inquietante. Cada situación, cada palabra y cada enfoque tienen un doble significado, es así que Sabanés focalizó en los pequeños detalles, gestos, miradas, silencios, en las formas más mínimas de expresión.
Quizás lo más formidable y difícil de realizar, haya sido generar en cada situación una oportunidad de connotación, algo muy habitual en los textos de Cortázar como Rayuela (1962). La película adopta una característica primordial del cuento: se siembran dudas, inconstantes, misterios -por más que la trama esté en claro- pero siempre hay un segundo significado al que se puede apelar. Además, toma del cuento la capacidad para crear un juego incansable de los sentimientos de los personajes, de sus acciones y cometidos, que a la larga hacen al espectador inmiscuirse como un personaje más.
No es en vano que la historia transcurra sólo en la casa como espacio físico, transformándose en una figura principal. Es un mundo que encierra los deseos propios y los deseos ajenos; los mandatos familiares que construyen una red de contención y de encierro, convirtiéndose la casa en el eje demostrativo de la ausencia de Pablo. Existe un lazo muy fuerte con lo ausente y con los silencios, así como también con las palabras y acciones que los integrantes de la familia deben omitir para no dañar a la madre. Una demostración es cuando una de las hijas no quiere tener una relación afectiva con un joven fundamentando que su “mamá la necesita en casa”. Al pasar el tiempo, la ausencia se refuerza con la salida de los demás personajes, y aquí se encuentra otro concepto principal del relato: la soledad. Es trabajado de una forma muy particular ya que nunca se habla explícitamente, pero va ganando imagen todo el tiempo. La aceptación de la soledad como un hecho normal permanece hasta reducirse en el final, escenario que recuerda al de los hermanos de Casa tomada. También, la representación de hogar, es decir la noción de este signo, se asemeja demasiado a la que uno puede imaginarse con el cuento mencionado.
Detrás de cada acción de los familiares subyace un destino de misterio. En un primer momento existe la fe en ellos, que al pasar el tiempo se desvanece; sin embargo la ficción que crearon continúa en pie. En cambio en el cuento, el escritor explicita que el hijo muere fuera del país y de esta manera acaba con toda incertidumbre posible. Las dudas no existen y el mero juego de farsas es producto de un acostumbramiento de los personajes.
Existe una relación con Mentiras Piadosas en cuanto al miedo de sus protagonistas. El temor luego de un tiempo transforma sus vidas producto de las mentiras y crea una situación particular: la negación de vida de Pablo y la implantación de una nueva rutina. Sin embargo, en un momento determinado el miedo que los guía llega a su fin. Se puede entender que las farsas continúan porque de algún modo les gusta mentir y vivir de esa forma. Como explica Roman Gubern en La imagen cruel: “El hombre, y desde edad muy temprana, en ocasiones busca voluntariamente provocar la vivencia del miedo, como forma de gratificación personal”.
Dejando de lado todos los matices que son leídos entre líneas, la mentira es el filtro de la película, y así, el pudor y la culpa por incrementarla cada vez más va enmarañando el asunto. La mentira es una zona de la que se va y se viene, pero deja en claro –puede tomarse como una suerte de moraleja- cómo este concepto puede convertirse en verdad cuando se habitúa a ella. Los personajes están cautivos de sus propias falacias, del mundo falso que han creado para proteger a la madre dominante y enferma. Estas farsas les impiden vivir auténticamente y por lo tanto el destino final de ellos es habitar la angustia y nutrirse de ella. De esta forma, la alienación debido al ocultamiento es el motor de sus acciones.
Se puede entender como una patología la imagen de cómo sus vidas se reducen en esas mentiras; todo forma parte de una gran ficción que poco a poco se transforma en la realidad más triste. Han construido, en base a las mentiras piadosas, una nueva rutina, una nueva forma de vida y cotidianidad, cosa que tanto Cortázar como Sabanés lo descifran delicadamente. En el cuento está explicito: “La rutina los abarcaba a todos, y para Rosa telefonear a un agujero negro en el extremo del hilo era tan simple y cotidiano como para tío Roque seguir leyendo falsos telegramas sobre un fondo de anuncios de remates o noticias de fútbol, o para Carlos entrar con las anécdotas de su visita a la quinta de Olavarría.” (La salud de los enfermos).
El manejo de las actitudes de estas bestias cortazarianas es trabajado al estilo, no sólo de La salud de los enfermos, sino también de otros textos como en Rayuela o Los Premios. Se manifiesta la característica de reivindicación en los personajes pero que a la vez reprimen imperiosamente sus deseos. En el film todos los integrantes de la familia son, lisa y llanamente, subordinados de la madre. Sus vidas son a través de ella. Esta es una pequeña diferencia con el texto, donde si bien la madre es una figura respetable y dirigente de todos los actos, en la película se engrandece aún más.
Como se marcaba anteriormente, las connotaciones son imprescindibles en la interpretación de la película y del texto. Es imposible para Sabanés no darle un anclaje sociopolítico, con semejante núcleo de la trama: el hijo está desaparecido. Pero se lo trata de una manera tan sutil, sin caer en lo explícito ni en los golpes bajos, que es digno de admirar. En el final el director muestra a los dos hermanos como únicos seres de su universo a los que les ganó más su farsa que la verdadera solución que tanto anhelaban en un principio: el retorno de su hermano Pablo. En cambio prefirieron encerrarse y seguir con su rutina. Una suerte de conclusión para describir la adaptación del cuento es una frase de Marilú Marini: “El arte no tiene que ser solemne, debe faltarle el respeto a la realidad”.