20 septiembre 2010

Ernesto Ponzano, historiador de Las Rosas

Al inventar el escudo
de la ciudad ya forma
parte de esa historia

(Por Jésica Miño) Ernesto Ponzano es historiador de la ciudad de Las Rosas, tiene 66 años y empezó a interesarse por la historia a los 14 años. Actualmente realiza trabajos de locución, es maestro de ceremonias y en sus tiempos libres, sigue con sus investigaciones, ya que según él “no hay que quedarse dormidos, porque siempre hay algo que investigar, escribir y buscar”, ya sea del ámbito local, regional o nacional.

 - ¿Como empezó a interesarse por la historia y se dio cuenta que era su verdadera pasión?
 - En realidad cuando era niño, que iba a la primaria, me di cuenta que era amante de la historia porque una tía me regaló un libro que se titulaba “Historia argentina” y ahí me entusiasmé mucho y comencé a leer y después, cuando transitaba por los 14 años, empecé a notar que había una falta total de información sobre los orígenes de nuestra ciudad, y desde ese momento empecé a indagar sobre el tema.
 - ¿Qué es lo que le atrae más, la historia nacional o local?
 - Son dos cosas netamente distintas. No puedo decir cuál es más interesante que otra. La historia nacional o internacional me llegan a través de libros o artículos periodísticos y luego realizo mis evaluaciones finales colocando el material de distintos autores que pude recopilar sobre una mesa, comparando y haciendo mi propia crítica. En cambio la historia local necesita más dedicación, lleva más tiempo, porque para obtener un dato hay que buscarlo, perseguirlo e hilvanar cualquier aporte aunque sea mínimo y por supuesto que luego verificar que ese dato sea correcto.
 - ¿Las herramientas básicas que usted utiliza son, por un lado la bibliografía y por el otro la búsqueda personal?
 - Sí, hay un punto que hay que tener en cuenta. La historia local no tiene bibliografía, hay que buscar los datos y perseguirlos para armar la historia, en cambio la historia nacional ya está escrita y sólo hay que analizarla para formar una opinión propia de los acontecimientos pero nunca circunscribiéndote a un solo autor o a una sola idea.
 - ¿Hay algún tema puntual que le interese y no logre responderle a sus dudas?
 - Sí, por supuesto. De la historia nacional, lo que me pregunto es porqué San Martín, después de los éxitos obtenidos en Chile y después de los triunfos de Chacabuco y Maipú regresa de Perú y vuelven sólo siete soldados, después de las peripecias recorridas, y quedaron el resto de nuestros soldados argentinos a las órdenes de Bolivia. Y en el ámbito local, no me explico, y lamento mucho, que autoridades pasadas hayan eliminado, destruido o quemado material histórico de la ciudad, que cuesta mucho reconstruirlo y que podría haber sido de muchísima utilidad, ya que soy bastante contrario a la tradición oral, llamando así a lo que se cuenta por tradición pero que no se ve asentado en ningún documento, sobre historia. Porque para ser volcada esa tradición oral debe ser de primera mano, no considero válido lo que cuenta un hijo o un descendiente sobre lo que vivió otra persona. Cuando ya no quedan más elementos y hay que armar la historia hay que aclarar debidamente que el dato se obtuvo por tradición oral.
 - ¿Son muchos los documentos faltantes en la historia de la ciudad?
 - Lamentablemente sí, a pesar que se rescataron libros de actas de las comisiones primeras y documentos de medios de comunicación de aquellas épocas, como del diario “La Capital”, que tenía gran influencia sobre esta zona, son muchos los datos que no poseen documentos.
 - ¿Podría decirse que usted fue quien inventó el escudo de la ciudad de Las Rosas?
 - Sí, es correcto, fue después que la ciudad fue nombrada como tal. En 1967, cuando se produjo el II Congreso de historia de los pueblos, y una de las condiciones para participar era que se presente cada ciudad con sus respectivos escudos, entonces se realizó un concurso, del cual participó mucha gente y tuve la suerte de ganar. Pero la mayor satisfacción la tuve cuando se presentó en el archivo histórico de la provincia y volvió con felicitaciones y sin tachas ni correcciones.
 - ¿Se le toma reconocimiento al hecho?
 - En su momento fue muy importante, pero un historiador tiene que seguir investigando porque de lo contrario queda todo adormecido. Siempre se generan nuevos elementos para trabajar. Pero poder ser el autor del símbolo de mi ciudad fue lo máximo para mí, aunque siempre hay que continuar trabajando.